sábado, 1 de octubre de 2011

Carne eres y en palabras te convertirás

La Nave
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Plaquette alternativa  9; Bucaramanga, octubre de 2011; lakartilla@hotmail.com; Director: Claudio Anaya; Comité asesor: Diagramación: Gloria Inés Ramírez M., Diseño: Diana Katherine Ramírez  J., Pavel Ángel Miranda N.
La Nave es una publicación seriada, cuya finalidad es difundir la creación literaria y cultural de Santander.

CARNE ERES Y EN PALABRAS TE CONVERTIRÁS


Por: Claudio Anaya

Carlos Lizcano es un narrador santandereano, cuyo primer libro de cuentos: Entre las esquinas del amor y la muerte, adopta aparentemente las formas de una narración lineal o tradicional, sin mayores sobresaltos ni alardes técnicos, pero que en su interior guarda y exhibe para el lector no pocas sorpresas y perlas, producto de un paciente trabajo de años y de sucesivas lecturas y borradores. Método que lo ha llevado a conocer muy bien los personajes y las historias que aguardaban ocultas antes de las podas y los ajustes.

Los personajes de sus relatos habitan la amplia temática de las sociedades actuales. Temática que va, de la infidelidad a la muerte trágica o el suicidio, la angustia ante la insuficiencia académica, el amor prohibido o ambivalente, lo mitológico, la masacre y la nostalgia fantasmal de las víctimas por la vida, la antropofagia, la licantropía, la violencia política, los celos y la ironía, la prostitución, el sentimiento de fracaso ante la vida, la leyenda, y las imprecisas y casuales relaciones entre los seres humanos.

Esta amplia gama de temas, habla por sí sola, de la propuesta de esta colección de cuentos. Quizá la literatura sea el más primigenio testimonio de la humanidad, y la función del escritor, o mejor, de la obra, tal vez no sea la solución a los problemas de la sociedad, sino proyectar una pequeña parcela de su época en la infinitud de los tiempos. Un poco a la manera de la vida reflejada en los espejos de la isla, en la Invención de Morel, del escritor argentino Bioy Casares, y no en la concepción de Borges para el cual “La eternidad no es la sucesión de los tiempos. Es un instante en el cual se congregan magicamente, místicamente, todo el pasado, todo el presente, todo el porvenir. Es una hermosa ficción humana”.

Aunque sus personajes se debaten generalmente en circunstancias adversas, es claro que la intención y la vocación de este joven narrador, son la del frío cronista del mundo, de su mundo; hay una distancia muy clara y definida del autor con respecto a las atmósferas y personajes de sus relatos,  y éstos están signados por la fatalidad. Para este joven autor, la vida es algo que ocurre entre estos dos momentos fundamentales que son el amor y la muerte. La vida es el río de historias que fluyen por las calles y que se originan entre esas esquinas llamadas amor y muerte. Y sus personajes casi prescinden de su apariencia humana; lo más orgánico que tienen es el tejido de palabras con el que expresan su vida, apoyados por un acucioso y buen narrador, muy diestro en la elaboración de esos ámbitos referenciales, de esas coordenadas de las cuales, ninguno de ellos puede escapar.

Las palabras son el humo de la voz, dice la expresión islandesa, y esta imagen de  tal levedad, nos hace pensar que en estos cuentos las historias son el polvo de la carne, lo que queda del género humano, sea cual sea la memoria o el soporte que las guarde.
  

  

El sonido de la sirena policial penetró como saeta en medio del silencio de aquel barrio somnoliento. La invisible escoba de la muerte ya había empezado a barrer los primeros coágulos de sangre que se habían formado sobre los adoquines de la  
Calle peatonal, y la bruma del amanecer se empeñaba en cubrir con su manto lúgubre lo ocurrido hacia poco menos de una hora en ese lugar.

*

Fue el lunes cuando me enteré de la identidad de mi víctima. Compré el periódico, como lo hago todos los días para distraerme llenando el crucigrama, y en la primera página vi la noticia del asesinato. Pero vea, uno no piensa que una cosa de esas pueda suceder. Él ni siquiera me lo dio a sospechar, simplemente me dijo que yo tenía que matar a un hombre que pasaría frente a mi casa. Pero no señor, yo en ningún momento creí que ese hombre me estuviera pagando esa millonada para que yo me convirtiera en su propio asesino






Tomado de Entre las esquinas del amor y la muerte, de Carlos Lizcano, Colección Ópera Prima, Asociación de Poetas en Santander “Palabra en el tiempo”, primera edición, Junio de 2009, Bucaramanga.

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